A mi abuelo.

     Dicen que hay que vivir en el presente e incluso pensamos que lo vivimos al límite, disfrutando de cada momento y lo único que hacemos es perder el tiempo o centrarnos en cosas banales. ¿Puedo hacerte una pregunta? Espero que no te haga daño, porque cuando me la he hecho a mi misma me he puesto a llorar porque me he dado cuenta de lo idiota que soy y lo mucho que me dejo llevar por las cosas que no me enriquecen como persona. Mi pregunta era, ¿cuánto tiempo hace que no estás con tus abuelos? Yo, mucho.

    Sí puedo decir que cumplo muchas características de buena nieta, ser agradable, buena con ellos, estudiosa y sensata con mis actos para como decía la gran matriarca de mi familia, no cortarles la cara. Pero no se trata de cumplir con el expediente y sacudirse las manos.

   No puedo evitar llorar mientras lo escribo porque tengo una sensación agridulce, agria y asquerosa porque sé que el tiempo corre y cada vez que hacen más y más mayores, y eso que tengo suerte de que me quedan abuelos para rato, pero hoy le miraba las manos a mi abuelo y veía esas marcas de sabiduría alrededor de las articulaciones, algún que otro corte que puede que no quede muy estético, pero para él es una marca de vida, de que sigue sirviendo, de que es capaz de seguir cavando con el legón y sus dos manos, y hacerlo por placer.

   Me encanta cuando sonríe y se le sube su bigote tan bien perfilado, y sus ojos brillantes llenos de ilusión por tener a tanto pupilo preguntándole que cómo es posible cultivar una patata o una zanahoria o para qué sirve la polinización. Y mientras veía todo eso pensaba, ¿cuántas preguntas me he callado a mi abuelo? ¿Cuántas veces he preferido irme a la piscina de alguien que termina dejándote en la estacada en vez de dejarle hablar sobre cómo reconoce a todos sus pájaros? ¿Cuántos partidos de fútbol me he perdido a su lado? Eso por desgracia no se recupera, y mira que me encanta darle abrazos y besos y decirle que le quiero, porque lo quiero con toda mi alma, y dudo que tenga a un mejor ejemplo a mi lado, porque él sí es un superhombre y no los mindundis que estamos acostumbrados a ver por las calles.

   Si en el diccionario aparecieran fotografías debajo de la definición de «Señor» debería aparecer su foto, y no hablo de un señor de lo divino (Dios) sino de los que saben estar y ser un ejemplo a seguir, porque cada cosa conseguida por él tiene detrás un trabajo minucioso y hasta sangre, sudor y lágrimas. Sinceramente, puede que haya perdido un par de horas de estudio al darle carpetazo a anatomía y salir corriendo hacia el huerto, porque lo que he ganado hoy es algo que se quedará para siempre en mi y jamás podrá decir que me arrepentí de estar allí con él.

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Raquel Díaz.
http://lashistoriasdelcolibri.com

3 comentarios en “A mi abuelo.

  1. Felicidades por tener tanta sensibilidad y por saber plasmarla en palabras con tanta naturalidad.
    Me ha encantado como has hablado de tu abuelo, es emocionante ver cuánto le quieres y valoras, parece una gran persona y haces bien en darte cuenta y estrujar cada minuto a su lado porque, como tan bien cuentas, el tiempo pasa demasiado rápido y podemos perder os los mejores momentos.
    Yo perdí a mis abuelos paternos cuando era pequeña y a los maternos más recientemente y los echo mucho de menos, especialmente en mi boda y el día que supe que esta a embarazada. Pero sé que ellos siguen viviendo en mí de alguna forma, recuerdos, frases, anécdotas y todo eso hace que sigan a mi lado.
    Un abrazo y gracias por compartir algo tan hermoso como es el amor por un abuelo y por la vida.

    • Pienso igual, las personas que queremos y aún más los abuelos, sabiendo lo protectores que son, están siempre con nosotros.

      Gracias por tu comentario, es muy especial para mi, pues estoy muy nerviosa porque es mi primer post y no sé si gustará a los lectores.

      Un abrazo muy grande y espero que tengas un grandísimo día.

  2. Chesca, no te equivocas en ninguna de tus palabras y afirmaciones…y yo, que conozco a ambos, puedo confirmar que Raquel es todo sensibilidad y naturalidad y que él, su abuelo y mi padre, es una hermosa y generosa persona.

    Y por supuesto, comparto todo lo que comentas acerca de que hay que querer y demostrar ese amor, saberlo disfrutar, y más cuando se tiene la oportunidad de hacerlo porque al fin y al cabo eso es lo que nos quedará siempre.

    Gracias a las dos, Chesca y Raquel, por este bonito momento que me habéis hecho vivir al leeros.

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