Aún la recuerdo, sentada frente al MACBA con el ruido de los skaters de fondo, dibujando una calle cualquiera, pero tan mágica como cualquier rincón de aquella ciudad que tantas ilusiones guardaba.
Clavó la mirada sobre mi cámara, y allí estábamos, dos mujeres enamoradas del arte pero con la diferencia de que ella trazaba líneas rectas y firmes y a mi me faltaba pulso como valentía para coger el rodalíes que me cambiaría la vida.
Y de esa sensación y pensamiento, sólo queda esta foto hecha por una aficionada a la que le dan miedo sus propios sueños.
Raquel Díaz.
Sabes que me encanta esta entrada:)